jueves, noviembre 19, 2009

En Un mundo Feliz

– Estabilidad – dijo el Interventor – , estabilidad. No cabe civilización alguna sin estabilidad social. Y no hay estabilidad social sin estabilidad individual.
Las ruedas deben girar continuamente, pero no al azar. Debe haber hombres que las vigilen, hombres tan seguros como las mismas ruedas en sus ejes, hombres cuerdos, obedientes, estables en su contentamiento.
…ahora las voces se encargaban de crear futura demanda para la futura producción industrial. Me gusta volar – murmuraban – , me gusta volar, me gusta tener vestidos nuevos, me gusta...
– Gobernar es legislar, no pegar. Se gobierna con el cerebro y las nalgas, nunca con los puños. Por ejemplo, había la obligación de consumir, el consumo obligatorio...
…los Interventores comprendieron que el uso de la fuerza era inútil. Los métodos más lentos, pero infinitamente más seguros, de la Ectogenesia, el condicionamiento neo – Pavloviano y la hipnopedia...
Se cortó el remate a todas las cruces y quedaron convertidas en T. Había también una cosa llamada Díos.
En el año 178 d.F., se subvencionó a dos mil farmacólogos y bioquímicos...
– Seis años después se producía ya comercialmente la droga perfecta.
– Eufórica, narcótica, agradablemente alucinante.
– Todas las ventajas del cristianismo y del alcohol; y ninguno de sus inconvenientes.
– Uno puede tomarse unas vacaciones de la realidad siempre que se le antoje, y volver de las mismas sin siquiera un dolor de cabeza o una mitología.
– La estabilidad quedó prácticamente asegurada.
– Sólo faltaba conquistar la vejez.
Y con ellos, naturalmente, todas las peculiaridades mentales del anciano. Los caracteres permanecen constantes a través de toda la vida.
En la actualidad el progreso es tal que los ancianos trabajan, los ancianos cooperan, los ancianos no tienen tiempo ni ocios que no puedan llenar con el placer, ni un solo momento para sentarse y pensar; y si por desgracia se abriera alguna rendija de tiempo en la sólida sustancia de sus distracciones, siempre queda el soma, el delicioso soma, medio gramo para una tarde de asueto, un gramo para un fin de semana, dos gramos para un viaje al bello Oriente, tres para una oscura eternidad en la luna; y vuelven cuando se sienten ya al otro lado de la grieta, a salvo en la tierra firme del trabajo y la distracción cotidianos, pasando de sensorama a sensorama, de muchacha a muchacha neumática, de Campo de Golf Electromagnético a...

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